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  • Las Terapias Integradas Reducen a la Mitad los Casos de Depresión por Baja Visión Relacionada con DMRE

    Escrito por Dayle Kern
    Revisado por Abdhish R Bhavsar, MD
    Published Feb. 15, 2017

    La baja visión es una limitación visual que interfiere con la capacidad de la persona para desempeñar sus actividades diarias y no puede ser corregida con lentes o anteojos, medicamentos ni cirugía. Esta afección puede ser causada por enfermedades oculares como la degeneración macular relacionada con la edad (DMRE), la retinopatía diabética o el glaucoma.

    Simulator de Visión: Degeneración macular relacionada con la edad

    Una mujer con evidentes signos de tristeza mira a la distancia. Es posible que las personas con baja visión tengan problemas para desempeñar las actividades de la vida diaria como comprar alimentos, leer o ver televisión. También es más probable que desarrollen depresión, asociada con un mayor nivel de discapacidad, costos médicos y mortalidad [1]. Desafortunadamente, muchas personas que padecen depresión no buscan tratamiento porque consideran que la depresión es signo de fracaso personal o creen que puede ser algo normal del proceso de envejecimiento. Además, muchos no saben dónde obtener atención especial o pueden estar bajo el cuidado de médicos que carecen de recursos para diagnosticar y tratar la depresión [2].

    Actualmente, el tratamiento más común para la baja visión pro DMRE es la rehabilitación de la baja visión. Este tratamiento implica la evaluación de la visión funcional del paciente, la recomendación de dispositivos de ayuda visual y la instrucción en el uso de los mismos; sin embargo, no incluye ninguna forma de soporte psicológico para el paciente.

    Recientemente, los investigadores estudiaron el valor de combinar la terapia psicológica con la rehabilitación de la baja visión para reducir la incidencia de depresión en pacientes con baja visión relacionada con la DMRE. Estudiaron 188 pacientes con una edad promedio de 84 años, con DMRE en ambos ojos y signos tempranos de depresión. Este fue el primer estudio clínico en considerar el valor de las terapias integradas para este grupo poblacional.

    Como parte del estudio, cada participante recibió dos sesiones de rehabilitación de baja visión en clínicas especializadas. Después, los pacientes se asignaron de forma aleatoria a uno de dos tipos de terapia psicológica: activación del comportamiento o terapia de apoyo, cada uno consistente en seis sesiones de una hora en el domicilio del paciente.

    La activación de la conducta promueve la autosuficiencia y las relaciones sociales para mejorar el ánimo y contrarrestar la tendencia al aislamiento. En el contexto de terapia ocupacional para baja visión, esto implica modificaciones ambientales, como marcar temperaturas específicas en el termostato con marcadores de alto contraste y su objeto es mejorar la visión funcional así como ayudar a los pacientes a lograr metas personales y funcionales. Por otra parte, las terapias de apoyo facilitan la expresión personal e lo que se relaciona a la enfermedad, la discapacidad y la pérdida de visión.

    Después de cuatro meses, los investigadores pudieron determinar que la incidencia de depresión había disminuido un cincuenta por ciento en el grupo asignado a activación de la conducta (llevándolo a una incidencia de 12,6 por ciento) de lo que se logró en el grupo de terapia de apoyo (donde el nivel fue de 23,7 por ciento). La tasa de depresión encontrada en el grupo de terapia de apoyo fue similar a la reportada en ausencia de cualquier tratamiento.

    La Academia Americana de Oftalmología recomienda a los oftalmólogos ofrecer información acerca de los recursos de rehabilitación a los pacientes con pérdida de visión y, cuando sea posible, remitirlos a rehabilitación multidisciplinaria y apoyo de grupo donde el enfoque está en la activación social, la solución de problemas y las destrezas de automanejo.

    Infórmese más acerca de este estudio en la página de sala de noticias de la Academia.

    Ver también: Recursos para baja visión


    [i] http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15728748

    [ii] Lebowitz B, Pearson J, Schneider L, et al. Diagnosis and treatment of depression in late life: consensus statement and update. JAMA 1997; 278: 1186 – 90.