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  • La cirugía de láser salva a una niña de quedar ciega por retinopatía de la prematurez

    Dana en un viaje reciente a la Gran Muralla China
    Dana en un viaje reciente a la Gran Muralla China

    De prematura minúscula a adolescente llena de vida gracias a la oftalmología

    Dana es una muchacha alegre y vivaz del norte de California que quiere ser ingeniera cuando crezca – al igual que sus padres.

    Cuando no está hablando de sistemas de computación avanzados y de las clases de matemática en el colegio, programa robots. Además toca piano y saxofón, estudia chino y aikido, juega golf, se trepa a los árboles y tiene múltiples actividades extracurriculares.

    Con su lista casi interminable de aficiones, es difícil imaginar lo que hubiera sido la vida de Dana de haber perdido la vista. Sin embargo, a eso estaba destinada Dana si no hubiera sido sometida a dos cirugías oftalmológicas que cambiaron su vida, cuando era aún una bebé.

    Ahora, la familia de Dana agradece al médico que le practicó la cirugía y le salvó la vista. Consideran que fue quien le ayudó a Dana a vivir una vida plena.

    El diagnóstico: Retinopatía de la prematurez

    En el 2004, Dana nació a apenas 23 y media semanas de gestación, y pesó un poco más de una libra. Durante los cuatro meses que estuvo Dana en el hospital, sus padres y los médicos temieron que no pudiera sobrevivir.

    Dana nació a apenas 23 y media semanas de gestación, y pesó un poco más de una libra.

    Pero una vez que esos temores se disiparon, tuvieron que enfrentar otro reto. Los vasos sanguíneos de los ojos de Dana se desarrollaban de forma anormal y necesitaba cirugía para no quedar ciega.

    Dana
    Dana en una incubadora. Nació pesando apenas algo más de una libra.

    Dana tenía una enfermedad ocular conocida como retinopatía de la prematurez o ROP. Es una de las causas más comunes de pérdida de visión en la niñez. Según el National Eye Institute, la ROP afecta a cerca de la mitad de los bebés extremadamente prematuros (los que nacen antes de 31 semanas de gestación) o los que tienen muy bajo peso al nacer (pesando 2¾ libras o menos).

    La retinopatía de la prematurez es una de las causas más comunes de pérdida de visión en la niñez.

    Esta afección hace que los vasos sanguíneos de los ojos se desarrollen de forma exagerada, deformando y cicatrizando la retina y traccionándola de manera que se separa del ojo. Cuando esto ocurre, el desprendimiento de retina causa la pérdida de la visión. Cerca de 400 a 600 bebés nacen cada año en Estados Unidos legalmente ciegos a causa de esta condición. Es por esta razón que los prematuros deben ser examinados rutinariamente para detectar la retinopatía.

    El tratamiento de la ROP con láseres

    Sin embargo, las buenas noticias son que la ROP no siempre requiere tratamiento y, si lo hace, los tratamientos suelen ser efectivos.

    En aproximadamente 90 por ciento de los casos de ROP, los vasos sanguíneos anormales se encogen y desaparecen sin tratamiento. En otros casos, pueden seguir desarrollándose y se requiere tratamiento para evitar graves problemas de visión. Según el NEI, aproximadamente de 1.100 a 1.500 bebés al año desarrollan ROP lo suficientemente grave como para requerir tratamiento.

    Los oftalmólogos — doctores especializados en cuidado médico y quirúrgico de los ojos — pueden utilizar láser o crioterapia (congelación) o medicamentos (inyecciones en el ojo) para intentar detener el crecimiento anormal de los vasos sanguíneos.

    La ROP no siempre necesita tratamiento. Y, si lo hace, los tratamientos suelen ser efectivos.

    Para Dana, el esperar a que su afección desapareciera no era una opción. Fue necesario someterla a cirugía con láser cuando apenas tenía seis semanas de edad y, antes de dejar el hospital, a los cuatro meses de haber nacido, fue necesario someterla a otro procedimiento con láser.

    El Dr. Darius Moshfeghi practicó las cirugías que le salvaron la vista a Dana.
    El Dr. Darius Moshfeghi practicó las cirugías que le salvaron la vista a Dana.

    “El caso de Dana avanzaba con rapidez”, recuerda el Dr. Darius Moshfeghi, quien le practicó las cirugías y es el especialista en retina de Dana, un oftalmólogo especializado en tratar las enfermedades de la retina. “Estoy muy seguro de que de no haber procedido así, habría terminado con desprendimiento de retina o ceguera total”.

    Más que normal después de la ROP

    Al ver a Dana 12 años después, nadie imaginaría los problemas que tuvo al nacer. Su visión es normal con anteojos. Empezó a usarlos a los tres meses por miopía, uno de los posibles problemas producidos por la ROP.

    Dana sigue yendo al oftalmólogo para controles y no se le permite practicar deportes que pudieran causarle un desprendimiento de retina. Pero, a excepción de eso, Dana se considera normal como cualquier otra niña de 12 años, aunque es evidente que puede ser considerada como más que “normal”.

    “De no haber sido por esa cirugía, podría haber quedado ciega”. – Greg, padre de Dana

    Dana con sus padres y abuelos

    Según Fan, la madre de Dana, “No solo se está desarrollando como una niña normal. En muchos aspectos, se la considera muy avanzada para su edad. Es una niña sorprendente”.

    Como es lógico, Dana no está plenamente enterada de los riesgos que enfrentó cuando era apenas un bebé, pero sí se da cuenta de lo valiosa que fue la atención que recibió. “Si no pudiera ver, muchas de las cosas que hago me resultarían muy difíciles”, sostiene.

    Los padres de Dana agradecen al Dr. Moshfeghi haberle salvado la visión a su hija y haberle ayudado a alcanzar su pleno potencial.

    “De no haber sido por esa cirugía, lo más probable es que hubiera quedado ciega”, sostiene Greg, el padre de Dana. “Estamos muy agradecidos con el Dr. Moshfeghi. Es maravilloso poder contar con un médico tan hábil y tan interesado en ayudarle a nuestra hija”.

    Para el Dr. Moshfeghi, quien trabaja en el Stanford Health Care and Valley Medical Center en San José, solo es parte de su trabajo, un trabajo que disfruta al máximo. “Se tiene la posibilidad de devolverle a alguien la visión por el resto de su vida”.