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  • ¿Un telescopio en su ojo?

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    Published Mar. 27, 2017

    El estado terminal de la degeneración macular relacionada con la edad (DMRE) es la forma más avanzada de la enfermedad que representa la principal causa de ceguera en los Estados Unidos. Produce una pérdida permanente de la visión central, lo que hace que sea extremadamente difícil ver o identificar personas u objetos. A diferencia de otras formas menos severas de degeneración macular relacionada con la edad, el estado terminal de la DMRE causa un daño irreparable en la mácula, el área pequeña de la retina responsable de la visión central, que no responde a tratamiento con anteojos, medicamentos ni lentes intraoculares implantados durante la cirugía de cataratas. Para estos cerca de 2 millones de pacientes, el mundo parece desaparecer ante sus ojos, haciendo que las actividades diarias sean muy difíciles de realizar.

    Durante décadas, estos pacientes no han tenido remedio para su pérdida de visión; sin embargo, ahora, una tecnología relativamente nueva, del tamaño de una arveja, les está ayudando a ver los rostros de sus seres queridos, a volver a leer y a reanudar otras actividades diarias que requieren visión detallada, y les abre de nuevo una ventana a la vida.

    Esta tecnología consiste en un mini-telescopio implantable (MTI), el primer dispositivo para baja visión que tiene cobertura de Medicare. Aunque no es una cura ni un arreglo rápido, el MTI puede restaurar parcialmente la visión en algunos pacientes con DMRE avanzada que han agotado todas las demás formas de tratamiento.

    Cómo funciona el telescopio

    El MTI fue aprobado por la Administración de Alimentos y Drogas en el 2010. Este telescopio minúsculo se implanta al frente del ojo, después de retirar el cristalino. Diseñado para funcionar como el lente de una cámara de telefotografía, el MTI amplía a más del doble las imágenes que entran al ojo y las proyecta en la parte sana de la retina para ayudar a mejorar la visión central. Esto permite que los pacientes puedan discernir imágenes que podrían haber sido irreconocibles o difíciles de ver. El ojo no implantado continúa viendo con visión periférica, mientras que el ojo donde se ha implantado el telescopio recibe visión central detallada. Los pacientes implantados requieren terapia para ayudar a reentrenar el cerebro a utilizar cada ojo de forma diferente.

    ¿A quiénes les sirve el telescopio?

    Aunque es un instrumento prometedor para algunos, el MTI no es para todos los que tengan DMRE debido a los requerimientos de tratamiento continuo postquirúrgico.

    Los candidatos deben pasar por un proceso de detección detallado, exhaustivo, que requiere dos tipos de oftalmólogos — un cirujano de córnea y un especialista en retina y vítreo — además de un terapeuta ocupacional y un optómetra especializado en baja visión. Eso se debe a que el tratamiento con MTI es un proceso muy dispendioso que requiere un promedio de 12 citas médicas en el término de cuatro a seis meses, además de constantes “tareas para hacer eb casa” durante el postoperatorio y así mantener el ojo bien entrenado para ver con este dispositivo.

    Según el Dr. Abdhish R. Bhavsar, cirujano de retina y vocero de la Academia Americana de Oftalmología, “El grado de compromiso es mucho mayor de lo que nos damos cuenta. Todo el proceso requiere una gran cantidad de entrenamiento, asesoría y un compromiso a fondo por parte del paciente”.

    Por esa razón, los candidatos para recibir el MTI se seleccionan cuidadosamente, teniendo en cuenta su estado médico, psicológico y social global. Los requerimientos mínimos son que el paciente:

    • tenga 65 años o más
    • tenga DMRE en ambos ojos con una visión de 20/160 o peor
    • tenga ojos estables y que no tengan escape de sangre o líquido hacia el interior del ojo
    • no haya sido sometido previamente a cirugía de cataratas
    • esté bien informado y tenga expectativas realistas acerca de la mejoría de la visión

    Además, después de esta selección, se requiere que los pacientes se sometan a una serie de pruebas con un telescopio externo que simula el efecto del MTI, para saber si sería posible una mejoría en su visión y qué tal se adaptan a la diferencia de visión ente uno y otro ojo.

    “El proceso de evaluación es un proceso lento, de cuidado, como viajar por una carretera con muchos retenes, para que el paciente tenga expectativas exactas de cómo le irá con el telescopio”, dice el Dr. Henry L. Hudson, uno de los principales investigadores del estudio para la aprobación por parte de la FDA, quien ha implantado el MTI a 33 pacientes.

    Además, los candidatos deben comprometerse desde el comienzo a cumplir con el proceso de entrenamiento visual después de la cirugía. Debe contar con familiares o amigos cercanos a ellos que les faciliten el transporte y el apoyo que requieren. Una actitud optimista también ayuda. Según el Dr. Hudson, “De cada 100 pacientes medicamente elegibles, sólo una cuarta parte llegarán a calificar para la cirugía; queremos estar altamente seguros de que el paciente tendrá éxito”.

    Qué esperar de la cirugía y el postoperatorio

    La cirugía para implantación del MTI es, en sí misma, un procedimiento ambulatorio que practicado por un cirujano de córnea. Tiene una duración de aproximadamente una hora; el cirujano adormece el ojo, dilata la pupila con gotas especiales, extrae el cristalino del ojo y lo reemplaza por el telescopio, después, cierra y sutura la incisión. Los riesgos son similares a los de la cirugía de cataratas e incluyen sangrado, infección, desprendimiento de la retina e inflamación o emborronamiento prolongados, producidos por la pérdida de células endoteliales de la córnea.

    Después de la cirugía, los pacientes comienzan un proceso de varios meses de rehabilitación visual intensiva para entrenar sus ojos a ver con el telescopio. El tratamiento, orientado a los objetivos que se buscan e individualizado para cada paciente según sus requerimientos visuales únicos, incluye aprender a encontrar y enfocar los objetos de interés, así como a hacer un barrido, seguimiento y rastreo de los objetos en movimiento. Además, los pacientes deben aprender a utilizar el ojo sin telescopio para actividades que requieran visión periférica como caminar y desplazarse por distintas partes.

    Vivir con un mundo ampliado en un ojo representa evidentemente un reto muy grande, advierte el Dr. Bhavsar. “Algunos pacientes se adaptan, para otros puede resultar muy difícil. Reconciliar la diferencia entre lo que el cerebro capta con cada uno de los ojos puede ser algo abrumador”.

    El Dr. Hudson ha visto que la mayoría de los pacientes aprenden a ignorar el ojo no implantado, o a hacer un “guiño cruzado” — mantener un ojo abierto a la vez para poder manejar la disparidad entre lo que cada ojo ve. En su experiencia, los pacientes que ya han experimentado el uso de instrumentos como video-amplificadores manuales o montados en anteojos se adaptan más fácilmente al telescopio.

    Resultados

    El éxito con el implante se mide por la mejoría en la función visual diaria más bien que por una agudeza visual absoluta. A pesar de esto, un estudio clínico en más de 200 pacientes determinó mejorías clínicamente significativas en la agudeza visual cinco años después de la cirugía. En este mismo estudio, se retiró el dispositivo en ocho pacientes porque no quedaron satisfechos y en otros cuatro debido a complicaciones.

    Inclusive los pacientes implantados con el mayor de los éxitos no podrán volver a conducir, pero con la terapia y la capacitación, recuperarán la capacidad de preparar una taza de café, ver televisión y desplazarse por su casa sin ayuda.

    “Para la persona adecuada, debidamente motivada, el MTI puede significar el regreso a muchas de las cosas que le gustan”, sostiene el Dr. Hudson.